Textos y mensajes : EL RIO CRECIDO NOS DESVIO DE NUESTRO CAMINO- San Agustin del Valle Fertil- (#N454)
Fue un verano excepcionalmente lluvioso en el norte de la región Cuyana. No pudimos llegar a Andalgala, en
la provincia de Catamarca, pues un deslizamiento habÃa cortado el camino. Tuvimos que levantar muy rapi-
damente el campamento a orillas del dique Las Chilcas y la lluvia nos acompaño durante todo el recorrido en
la Quebrada de la Sebila, en el limite entre Catamarca y La Rioja.
Del otro lado, al oeste , de las sierras, el clima es mas seco, lo que nos permitió disfrutar de la vista espectacular
del Nevado de Famatina y de la Cuesta de Miranda, en camino a San Juan.
Nuestro objetivo era el Valle de la Luna, interesante reservoreo paleontológico, donde estudiosos argentinos
e internacionales han identificado numerosos ejemplares de fósiles de dinosaurios, correspondientes a la
Era Mesozoica. También son notables y conocidas en casi todo el mundo por sus fotografÃas, las extrañas
formas originadas en la erosión del viento y el agua, como El Submarino, El Hongo, La Lampara de Aladino,
etc.
La población mas cercana a este valle es San Agustin del Valle Fértil, en la provincia de San Juan, en la que
hay un motel del Automóvil Club Argentino. Unos 40 kilómetros antes de San Agustin, la policÃa provincial
tenia cortado el camino, pues estaba intransitable por la crecida del rÃo homónimo. Nos indicaron escuetamente
que debÃamos tomar el "camino" que pasaba por el caserÃo llamado Usno, seguir la linea del cable telegráfico
y cruzar luego el rÃo para poder entrar en San Agustin.
Siempre viajamos munidos de las cartas y mapas del Automóvil Club, pero en este caso se trataba de caminos, mas bien de huellas, locales, marcadas en el terreno solo por el paso mas o menos habitual de los lugarenos.
El primer tropiezo fue al intentar cruzar un cauce seco. Estaba efectivamente muy seco y arenoso y, por supuesto nos hundimos en el terreno. Pocas veces hemos trabajado tanto y tan rápido, en el horizonte se veÃan nubes amenazantes y hubo que poner ramas y piedras para que las ruedas del coche tuvieran de donde agarrarse y poder salir de tan incomoda situación.
Seguiamos efectivamente la linea del telégrafo, con el crecido rÃo ya a nuestra derecha, las casas de San Agustin a la vista, del otro lado del cauce y sin encontrar como cruzarlo. Hasta la huella se termino.
Estábamos desorientados, parados a la orilla del rÃo y pensando en las posibles consecuencias de pernoctar en ese desolado lugar, donde hasta una vÃbora habÃamos visto enroscada y durmiendo entre los arbustos.
No habÃamos visto un solo ser humano desde que los policÃas nos indicaron el desvÃo. Ninguno hasta que
apareció como a unos 50 metros, no tenemos la menor idea de donde, un hombre de sombrero negro y
sonrisa ancha. Le preguntamos como llegar a San Agustin y nos dijo, timidamente, que ese también era su
destino y que si lo podÃamos acercar. Jamas me habÃa amontonado en la parte trasera del auto con tanto gusto
entre los cachivaches propios de cualquier campamento. Las rodillas me acariciaban el mentón pero sentÃa
tanto alivio que me parecÃa estar en el mas confortable de los sillones.
Resulto que para entrar en San Agustin habÃa que llegar a la ruta 20, la única con un badén de cemento para
vadear el rÃo, y para ello habÃa que meterse por fincas particulares, previo pedido de permiso a los dueños.
Jamas hubiéramos podido encontrar el camino!.
El hombre del sombrero negro dijo ser empleado de Vialidad Nacional, para nosotros resulto tan providen-
cial que mas bien parecÃa empleado del Cielo. No recuerdo como nos dijo que se llamaba, pero desde este lugar:
GRACIAS.
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