Textos y mensajes : Desembocadura del RÃo Paraná (#N444)
EL TIGRE --- Desembocadura del RÃo Paraná en forma de delta en el RÃo de la Plata.
Es un de los paseos obligados, para mucho de nosotros , los porteños, y es el primer lugar donde llevamos a nuestras visitantes, que no conocen los alrededores de Buenos Aires.
Finalmente llegamos a mi zona preferida , que son esos ramales de rÃo tan misteriosamente calmos, que se puede parar el motor de la embarcación y la suave corriente, te transporta silenciosamente por el curso del rÃo.
Esto te invita automáticamente a hacer silencio, respetando la paz del lugar, lo que a su vez te permite escuchar el trinar de los pájaros y tratar de descubrirlos.
Observar los juncos verdes de las orillas e inventar que, los cÃrculos , como globitos que se ven en el agua es la respiración de los peces.
Los camalotes, que son extrañas islas movedizas, compuestas de un entretejido de distintas plantas flotantes de colores verde intenso.
Fue allà que vimos llegar un camalote en el que se le habÃa enredado una canoa.
Primero nos invadió, el terror de que sus ocupantes hubiesen desaparecido dramaticamente. Pero las deducciones de nuestro conductor, al ver la embarcación seca fueron ; que muy posiblemente la hayan dejado mal amarrada y el camalote la engancho y se la llevo.
Ahora nuestro paseo adquirÃa un nuevo atractivo, descubrir de donde habÃa llegado la canoa y aquien
Entonces nuestra tarea detectivesca, comenzó enganchando la canoa a nuestra lancha y subir en contra de la corriente , tratando de seguir el camino del camalote travieso.
Fue a los segundos moradores de una casa, que le preguntamos si era de ellos la canoa, que reconocieron su pertenencia de inmediato.
Fue imposible no aceptar la insistencia de sus dueños, de que bajásemos a tomar algo y que despachemos la lancha taxi que ellos nos llevarÃan devuelta a la estación de Tigre, en el yate que tenÃan por la otra entrada de la casa.
Asà fue como conocimos, a la Familia Miraflores, cordiales, agradables y generosos, en simpatÃa, como el la abundancia de la comida que en pocos minutos dispusieron en la mesa del parque, que no nos hicimos rogar demasiado pues , el paseo nos habÃa abierto el apetito.
Regresamos bastante mas tarde de lo planeado, pero asombrados y encantados de las situaciones inesperadas que nos habÃa sucedido y disfrutado amigablemente..
Lydia Barbakow
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