Textos y mensajes : La Laguna de Leandro (#N455)
Cuentan que hace muchisimos anios, vivia en Queragua, distrito de Humahuaca,
un runa llamado Leandro, bueno y trabajador. Tenia un rancho de adobe, su
mujer, un rebanio de ovejas y una tropa de llamas.
En uno de sus viajes a Tres Morros conocio a un viejo arriero punenio, quien
le conto que en los primeros tiempos de la conquista espaniola habian
llegado emisarios del Inca Atahualpa, pidiendo todo el oro y la plata que
tuvieren, para pagar su rescate. Cumplida su mision, regresaban ascendiendo
trabajosamente por la Quebrada de Humahuaca, con sus llamas cargadas al
m?ximo, cuando se enteraron de que el Inca habia sido muerto por los
espanioles. No deseando que los tesoros recogidos cayeran en poder de los
enemigos, arrojaron sus cargas en las proximidades de una solitaria y casi
desconocida laguna, situada a unos 4170 metros sobre el nivel del mar, al
noreste del pueblo de Humahuaca .
Leandro y su mujer no vivian tranquilos pensando en la forma de apoderarse
del fabuloso tesoro, hundido en las serenas aguas de la laguna legendaria.
Resolvieron que el unico medio posible seria desagotarla, construyendo un
zanjon de desague en la zona de m?s declive del terreno. Leandro puso manos
a la obra.
Los dias y los meses pasaban cuando una tarde de febrero comenzo a bramar el
viento, se encrespo la laguna, bramo el trueno y emergio subitamente del
agua la figura de un formidable cuadrupedo con las astas de oro puro. Tan
aterrorizado estaba Leandro que ni siquiera podia moverse. Desaparecido el
espantoso animal en las profundidades de la laguna, el runa regreso a su
casa. Juro que nunca volveria y que todo eso era un aviso de Apu-Yaya (Viejo
dios del cerro) por su af?n de destruir la laguna.
Sin embargo Leandro volvio a las andadas, y cuando se creia muy proximo al
triunfo, aparecio otra vez el terrorifico animal luciendo su cornamenta de
oro. El animal, dirigi?ndole una imagen centelleante, lo inmovilizo y lo fue
atrayendo lentamente hacia el centro de la laguna, hasta que desaparecieron
tragados por el agua. Leandro pago asi, su temeridad y avaricia.
Cuenta la gente del lugar, que en las noches tormentosas cuando arrecia el
viento, se suele oir el golpear de las piedras que Leandro tira, para
rellenar la tierra que en mala hora cavo en su insensatez e irreverencia.
FUENTE: Marcelo R. Mirabal, Jujuy, Argentina
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